Cuenta una leyenda mexicana que en las noches, cuando los hombres se entregan al sueño, hay criaturas que salen al mundo. Los Aluxes brotan a la luz de la luna; pocas personas los ven, porque son ágiles, ligeros y traviesos. Su vida es un continuo jugar, les gusta chapotear en las aguas, siempre están sonrientes y con ganas de desconcertar a los humanos. Si de casualidad topan con gente empiezan a molestar con travesuras, tiran piedras y esconden pequeños objetos. En esos momentos hay que permanecer tranquilos a sabiendas de quién se trata. Hay que tener paciencia y tratarlos con bondad, a cambio, se tiene asegurado el porvenir. Las noches ya no se van a ver inquietadas con la idea de que un mal viento pueda arrasar la casa, los Aluxes estarán allí para protegerla. O que una plaga de ratones termine con el maíz del granero, ellos no lo permitirán.

Se dice que fueron creados por los campesinos a través de un rito especial, para que cuiden sus cultivos. Pero si alguien piensa que se trata de animales o de malos espíritus y trata de ahuyentarlos, se vengarán bailando en la milpa de maíz hasta destruir los sembradíos o armarán tal alharaca que la quietud de las noches se perderá para siempre.

Desde tiempos inmemoriales han convivido hombres y Aluxes, pero como no los vemos de día tenemos que fiarnos de mitos y tradiciones para saber cómo tratarlos. La tradición nos dice: Hay que regalarles comida y cigarrillos, o hacer una hogera ya que después de sus juegos en el agua tiritan de frío. También es bueno colocarles un tarro con miel o pozol, éstas son golosinas que les pierden. Éste esfuerzo tendrá recompensa, cuando nosotros cuidamos a los Aluxes, ellos cuidarán de nuestra familia y de nuestros campos.